“La poesía me defenderá”

Desde Colombia, tras haber sido encarcelada y recientemente liberada, la poeta Angye Gaona responde las preguntas enviadas por Sudestada. Un panorama de la persecución sobre su persona y sobre muchos otros intelectuales y luchadores sociales en una tierra asediada por la represión. Un diálogo sobre poesía y resistencia.


Por Mariano Garrido 


(Entrevista publicada en la sección "Poesía blindada" de la revista SUDESTADA No. 101. Buenos Aires, Argentina, Agosto de 2011).

Si le piden que se presente, se define como una mujer creativa y misteriosa; en el antimeridiano de la vanidad, agrega: “como todas”. Concibe a la poesía como una forma de conocer el mundo, y no como simple divertimento o evasión. “Me he motivado hacia la creación porque me parece un acto de esperanza y de libertad en mitad de las circunstancias de exclusión en el mundo actual”. Si tiene que mencionar un puñado de datos sobre sí, señala que tiene una hija de cinco años y que como madre sigue a su niña en todo. Escribe; participa en la vida cultural de su tierra, coordina talleres de escritura y poesía. Planea seguir publicando poemarios, a la par que está ideando una revista de libre expresión con trabajos de personas privadas de su libertad. Cuando menciona la causa judicial en su contra, se pronuncia sin dudarlo: “es la poesía misma la que me va a defender”. Habla Angye Gaona, poeta; presa en las cárceles del estado terrorista colombiano, y recientemente liberada.

Hace algunos meses, al buscar tu nombre en la web, que figura entre los poetas jóvenes de nuestro continente, solíamos encontrar poemas tuyos, o informaciones relacionadas a tus publicaciones; una ponencia sobre literatura y experimentación estética, o tu presencia en el festival de poesía de Medellín. En la actualidad, tu nombre ingresado en cualquier buscador da lugar a cientos de páginas de poetas, intelectuales y organizaciones políticas y sociales en solidaridad con vos y con los presos políticos colombianos.


¿Cuándo te detienen y en qué circunstancias?


El 14 de enero de este año, regresaba de Venezuela a mi país, acompañada de un cargamento de libros de poesía y LPs de música clásica. Entré a registrar mi entrada a Colombia y me informaron, en la ventanilla del DAS (Depto. Administrativo de Seguridad colombiano), que tenía una orden de captura. Desde ese momento, cambia mi vida que continuará, en los siguientes cuatro meses, en la cárcel de mediana seguridad en esa ciudad fronteriza, Cúcuta.


¿Qué aducen los captores?


Desde el principio se me hace absurdo tanto la captura como el delito que se me imputa. Se trata de un “concierto para delinquir”, inicialmente. Luego, se habla de “narcotráfico” y, finalmente, “rebelión”. En ese momento, la pérdida de la libertad, acusada de narcotráfico, capturada por el DAS (institución que ha sido cuestionada por sus nexos con carteles de la droga), todo esto cayendo sobre una mujer como yo que, deliberadamente, he elegido una vida sencilla, alejada de la codicia en que se inmiscuyen y se pierden los seres humanos, me pareció un hecho demencial, una broma pesada. Nunca terminó de serlo y se convirtió en una agresión más a la humanidad sensible y a la tierra que se desgasta irrazonablemente todos los días. Durante mi reclusión comprendí que por una insensatez estaba en prisión y por otra saldría y así sucedió.


¿Qué repercusión desde lo personal, y desde tu mundo poético, implica esta persecución que has sufrido? ¿Qué huellas dejan esos días de encierro para vos y para tus versos?


Nadie sufre como un preso y quizá nadie más que un prisionero de conciencia. Fui testigo del sufrimiento de cientos de mujeres, sometidas a los extremos rectilíneos de la racionalidad, cuando somos, se sabe, la flexibilidad, la intuición, la curva. Las imágenes de la prisión que llevo grabadas en mi alma logran afinarme la certeza de que las cosas deben cambiar para la especie y terminan de convencerme de que el sueño revolucionario de la poesía, que no admite el lenguaje fatigado del mundo actual y sus mecanismos retardatarios, está vigente. El suplicio en las prisiones de la tierra es la prueba de lo urgente de organizar la sociedad. La gente presa no ha tenido mayores oportunidades de vida más allá del crimen, debido a la desorganización social. La prisión los hunde en humillaciones y, después de eso, sólo pueden seguir viviendo volviéndose más perversos. Y yo estaba ahí como testigo. Advertía a mis captores que un poeta preso, un hombre o mujer consciente que caiga prisionero, se vuelve muy poderoso; se produce un efecto contrario al que ellos presumen. Lo rodean las fuerzas indecibles de la naturaleza móvil y portentosa, hasta que esas mismas fuerzas se vuelven contra sus captores.
Por otra parte, la poesía es hija de la necesidad y la cárcel viene a funcionar como una partera alucinada. Casi todos los prisioneros escriben más que cuando estaban en libertad y yo no fui la excepción. Escribí y pareció que mis compañeras de prisión, las casi 160 mujeres de mi patio, quisieran dejar su mejor registro, pues sentí que reinó cierta calma y armonía en “la torre sur”, mientras allí estuve. Hablando cariñosamente con todas, desde el espíritu, pero soportando, junto a ellas, el aterrador trato a una persona prisionera, fui testigo de nuestro dolor de agredidas por una sociedad que, en realidad, es la culpable.
Ahora, al recuperar la libertad,  la vida es una alucinación para mí. Me he sentido como un fantasma, con la vida prestada, esperando mi absolución definitiva, como el “señor K” de El Proceso.


Conocemos las fundadas denuncias en Colombia en contra de los gobiernos de Uribe y de su continuador, Santos, que los incriminan en gravísimas violaciones a los DD.HH. ¿Cuál es el alcance que tiene la represión y la persecución en tu país? ¿Qué implica hoy para un joven, para un trabajador, para un estudiante, vivir en Colombia?


Ningún pueblo de Suramérica padece como el pueblo colombiano. Se habla de que ésta es la democracia más antigua del continente, precisamente porque ha faltado descubrir que es una dictadura de dos siglos. Aquí no se cumple ningún derecho fundamental y no quiero referirme a las estadísticas, que con uno solo de los casos bastaría para despertar la atención. La gente sobrevive y se muere en una pobreza material y espiritual que no amerita sino una oposición digna. Y los opositores son aniquilados de manera masiva, por lo que la mayoría se sume en el miedo y la inacción.
Colombia es un ejemplo apocalíptico de la devastación a la que el hombre sometió al hombre, por ganar unos cuantos pesos de más. El territorio fue arrasado por manos negras que funcionaron al servicio de los intereses poderosos; el alma de la nación macondiana que describiera Gabriel García Márquez está deshecha, ya no existe. Ahora, los mismos usurpadores de las tierras, las conservan por vía legal, legislando a su favor. En las mentes de las mayorías, sobretodo de los jóvenes, se trocaron los valores y se muestra simpatía por las ambiciones particulares y malsanas de las clases mafiosas. Para volver hacer aparecer en el imaginario popular a la generosidad, por ejemplo, se precisa un trabajo de décadas.


¿Qué ocurre, en este contexto, con los poetas, con los periodistas?


Los poetas, artistas y periodistas están cómodos en su trabajo siempre y cuando no toquen el establecimiento y se mantengan dentro de ciertos límites destinados a su oficio. Cuando pasan ese límite se convierten en objetivo militar, como sucedió al genial humorista Jaime Garzón, asesinado para dolor de toda la nación en 1999 y por cuyo crimen se está llamando a investigación a agentes estatales. Los periodistas que hacen críticas a las innumerables actitudes cuestionables de los gobernantes, son inmediatamente señalados en público por los mismos criticados, para después pasar a ser víctimas de amenazas tras las que, de ellos depende, se quedan o no en Colombia. Por último, existe un flagelo manifiesto y es el de la autocensura, pues de la verdad no se quiere saber nada, deliberadamente se cierran las puertas de los mejores escenarios a la exhibición de documentales de denuncia, por ejemplo; y los artistas prefieren el uso de un lenguaje embozado, que no genere mucha polémica ni mayores cuestionamientos en los millones de hombres, mujeres y niños, que permanecen en la ignominia.


¿Cuál fue el peso que logró el movimiento de solidaridad en tu caso?


Todo gesto de solidaridad en prisión se magnifica. Cada manifestación por mi libertad aportó un caballo de fuerza espiritual para sacarme de prisión, estoy segura. Aunque no puedo ofrecer pruebas técnicas de que la solidaridad de los poetas vivos y muertos del mundo me liberó, si sé que así sucedió. Mucho que agradecer a todos los que se atrevieron a manifestarse por mi inocencia, mi juicio justo y mi liberación. A través de casos tipo como el nuestro, se hizo visible la problemática de 7000 mil prisioneros políticos colombianos. Hay mucha gente acusada injustamente, víctima de montajes judiciales, apresada por pensar, que todavía queda en las cárceles y para la que se hace muy complicada la salida.


¿Cómo es la pelea cotidiana de las organizaciones colombianas que luchan contra los atropellos estatales?


Los colombianos están recuperando lo perdido. Nuestra resistencia ancestral conserva esa mirada inmutable que desde siempre habla en silencio de la desazón del pueblo excluido, pero también de su valor y su tenacidad. Cada vez somos más creativos en las formas de la resistencia, como sucede en todo el mundo también. Porque poetas no son sólo los que escriben sino los seres humanos que luchan por ser auténticos en medio de la supresión de los medios mínimos de existencia. Conocí en prisión algunas mujeres originales y eran ellas, las más expresivas y genuinas, quienes padecían la mayor represión de los guardias. Por eso, un ser perseguido y anulado por su manera de pensar acaba por convertirse en un símbolo, en un instrumento de la poesía y de la vida en la pugna por la instalación de la belleza y la igualdad en el horizonte de la humanidad. Lo que sí es cierto es que el precio es demasiado alto y no podemos seguir pagándolo así.  En Colombia, son miles, miles, los que dan la vida, literalmente en esta lucha por la paz y la justicia social. La verdad es que se las quitan. El pasado 7 de junio fue asesinada la líder comunitaria Ana Fabricia Córdoba en Medellín, una mujer inmortal, sobreviviente de la Unión Patriótica. Inmortal como los cinco mil inmortales en nuestra memoria, dirigentes políticos de ese partido, asesinados selectivamente, cuyas ideas intentaron exterminar a través de un genocidio extendido por tres décadas. La primera semana de julio de 2011, fueron asesinados dos líderes populares: Fernando Tequía, gobernador de un resguardo indígena de la etnia Emberá-Catío en Urrao, Antioquia, y el concejal Antonio Mendoza, en San Onofre, Sucre, quien lideraba el proceso de restitución de tierras en su región y cuyo crimen quieren hacer parecer producto de una pelea nocturna. Estos hechos se reiteran diariamente y lo indignante es que ocupan sólo las esquinas de los diarios y los rodea una fría indiferencia, como si no pasara nada. Ya es momento de que cesen las persecuciones y la matanza contra los colombianos más brillantes, dignos y amorosos que son piedras preciosas y su pérdida es irreparable para la humanidad entera.


Reflotando viejos pero actuales debates, ¿cuál es, para vos, el vínculo entre poesía y vida; entre poesía y mundo?


Se nos hace apasionante reiterar que la poesía está antes del mercado y le sobrevivirá. Si se dijo “socialismo o barbarie”, “comunismo o catástrofe”, que se diga hoy “poesía o extinción”. Noam Chomsky ha nombrado en sus teorías lingüísticas el “aspecto creador del lenguaje” como la capacidad, que tiene todo el que usa el lenguaje, para crear un número infinito de oraciones nunca escuchadas antes, nuevas. Quizá este mecanismo del pensamiento y del lenguaje humano haya sido el principal gestor de su habilidad para inventar mundos nuevos y de su capacidad de poetizar la vida, de llenarla de sentido. Esas potencias de creación que han sido despertadas por siglos para la generación de ganancias particulares, pueden ponerse a funcionar, de un momento a otro, en beneficio de la humanidad entera.
La vida no es lo mismo antes y después del sentido poético que le otorgamos: “Poéticamente, vive el hombre en la tierra”. Cada día, en todo el mundo, se experimentan transformaciones generadas por el acceso de las gentes al conocimiento poético y a la acción creadora de las disciplinas artísticas. Mejor dicho, el mundo permanece en la opresión porque, justamente, las mayorías no saben que pueden ser personas creativas. Cuando lo sepan, cuando conozcan la poesía e ingresen ampliamente a ejercer la ciencia y la creación en cualquier ámbito y en auténtica libertad, de seguro amanece sobre la Tierra y es lo que está por suceder, inevitablemente.


Finalmente, ¿en qué estado se halla la causa en tu contra?


En este momento, el proceso volvió a comenzar en un nuevo juzgado. A este juzgado en Cartagena de Indias haremos llegar los poetas, artistas e intelectuales, los reclamos de libertad y juicio justo, en papel físico y con el radicado del proceso, para que ingresen como prueba procesal. Esto será una obra colectiva, una acción poética en la que sabemos que ganará la poesía.

Comentarios

Eliseo Cañulef Martinez ha dicho que…
Hermana mía del Viento, no desmayes, llegaré a ti antes que el cansancio, y aunque presa estés romperé las rejas sólo con mis manos y te abrazaré.

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