Pequeño ardid

Acuérdate de tu guardián
René Daumal



Guárdame de mí,
gran silencio leve que habitas
más allá de la sombra,
entre los tumultos del enebro
y las mentiras sabias.

Guárdame de mi viento en contra
pues la brisa ha dejado de ser
mensajera tuya de pureza.

Qué traerás, qué ofrecerás,
más acá de las sombras,
en un tiempo de desapariciones,
cuando vuelven las cabezas separadas
a preguntarse descreídas
si no dejaron
algún secreto bajo la lengua.


Te escucho, oh Guardián,
pero no alcanzo tu clara diadema de sortilegios acechantes,
pues no perteneces a este lado de la sombra,
donde acaso te tome por un borracho en mitad de la calle.

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